La investigadora y autora canadiense Catherine L’Ecuyer, ha protagonizado la primera conferencia correspondiente a la segunda edición del ciclo “Educar en el siglo XXI”, que organiza la Universidad Europea del Atlántico a través del director académico del grado en Educación Primaria Bilingüe, Gonzalo Silió. La charla, que llevaba el título de «Educar en el asombro», fue presentada por el alumno Cayetano Guerra, que cursa cuarto curso de Periodismo.
L’Ecuyer realizó un amplio elogio del asombro como herramienta para educar. “El asombro es el propulsor que todo niño lleva incorporado. Incluso los bebés se asombran desde el momento que nacen y ven su madre por primera vez. De hecho, podemos considerar el asombro como un verdadero pensamiento filosófico, ya que implica no dar algo por supuesto, si no se ve como si fuera por primera o última vez”.
Los educadores deben utilizar e impulsar la mente naturalmente curiosa de los niños, dice la investigadora. “A los niños les nace un interés libre y natural por conocer, una motivación que brota desde dentro, un deseo de conocer, que hace que la mente vacía aspire al conocimiento”.
La conferenciante también resaltó la importancia del silencio en la educación y criticó algunos errores habituales en la educación, “la memorización mecánica, que interfiere en todos los procesos de aprendizaje, repetir sin sentido y la jerarquía del conocimiento”.
Catherine L’Ecuyer se refirió a la importancia del ejemplo a la hora de educar. “Un adulto maduro tiene la capacidad de abstraer información, pero los niños son como esponjas, en el sentido de que les afecta muchísimo el entorno que los rodea. En la etapa infantil tienden mucho a repetir todo lo que ven”. “Los niños -precisó la investigadora- viven en el presente, ya que están acostumbrados a sus propios ritmos. Debemos respetar esos ritmos así como así como el tiempo que necesiten para prepararse frente al entorno que los rodea. En todo caso, los niños siempre tienden a elegir una figura a la que toman como ejemplo a seguir”.
Finalmente L’Ecuyer alertó contra el consumismo. “Es la manera más rápida de matar el asombro en una persona. El niño puede acabar dando todo por supuesto. La saturación material es muy negativa y hace que los niños pierdan el sentido de las cosas, la empatía, o la curiosidad por lo nuevo”.