Julio Pérez-López, catedrático en Psicología de la Universidad de Murcia ha visitado el campus de la Universidad Europea del Atlántico, invitado por el director académico del grado en Psicología, Juan Luis Martín. Pérez-López es una autoridad en el tema de la Atención Temprana, pues no en vano dirige el Grupo de Investigación sobre esa especialidad que se puso en marcha en su universidad en 1999. “Tenemos una amplia experiencia en Atención Temprana y trabajamos en diferentes líneas, tales como los vínculos de apego o el estrés de los padres. Pero hay otras líneas de investigación que podríamos compartir y desarrollar en colaboración con la Universidad Europea del Atlántico”.
La Atención Temprana consiste, en palabras de Pérez-López, “en una serie de intervenciones que se llevan a cabo con niños que presentan determinadas patologías o bien se encuentran en situación de riesgo, pero también con sus familias y contextos, precisamente para proporcionales factores de protección que disminuyan esos riesgos”.
Uno de los pilares de la Atención Temprana es promover la salud en un sentido pleno y no solo como ausencia de enfermedad. “Por ello se empezó atendiendo una serie de patologías establecidas, en lo que sería un nivel terciario. Posteriormente se elevó a un nivel secundario, interviniendo sobre poblaciones propensas, por ejemplo los prematuros. Y finalmente habría un nivel primario, que consistiría en intervenir sobre la población en general para evitar que aparezcan esas patologías”.
Pérez-López elogió la política de Cantabria en materia de Atención Temprana. “Funciona muy bien hasta los tres años, pero lo ideal es que llegase hasta los seis años. El problema es que cada comunidad autónoma tiene su propia normativa en esta materia, lo que genera una gran desigualdad. Mientras en algunas se considera un derecho universal, en otras no hay ayudas que reduzcan el coste de esta atención a las familias y eso es inaceptable. Pienso que haría falta un decreto de mínimos, a nivel estatal, para responder de forma homogénea y del modo más oportuno”.
El catedrático recordó, finalmente que “si consideramos que un niño debe someterse a un programa de seguimiento desde que nace para comprobar su evolución física en cuanto a peso, longitud, etc., eso mismo habría que hacer en cuanto al desarrollo psicológico”.