Experta en cyberbullying asegura que en los colegios no se está trabajando lo suficiente para evitar este tipo de violencia entre iguales

15 Jun 2017
Experta en cyberbullying asegura que en los colegios no se está trabajando lo suficiente para evitar este tipo de violencia entre iguales

La experta en cyberbullying y catedrática de Evaluación Psicológica de la Universidad del País Vasco, Maite Garaigordobil, considera que en los colegios no se está trabajando lo suficiente para evitar este tipo de violencia entre iguales. “El miedo de los centros a proyectar una imagen negativa hace que se cierren las puertas a programas diseñados para prevenir estas conductas e intervenir cuando aparecen”.

Así lo explicó Garaigordobil durante una entrevista concedida ayer al departamento de Comunicación de la Universidad Europea del Atlántico con motivo de su visita al campus. La observación y la pregunta directa a niños y adolescentes son, en su opinión, “herramientas infalibles” para detectar casos de acoso escolar, pero “hay que trabajar con docentes y jóvenes para que conozcan los instrumentos de evaluación e intervención”.

En el bullying se habla de intimidación “cara a cara”, de acciones que se mantienen en el tiempo, que tienen una intencionalidad de hacer daño a la víctima y que se caracterizan por la desigualdad de poder, ya sea física, psíquica o mental, entre la persona maltratada y su agresor.

Para la catedrática del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos, en estos casos hay una víctima acosada por uno o varios agresores que utilizan la violencia física y verbal contra ella. «Les tiran, esconden o estropean sus objetos, les excluyen socialmente, y no les dejan participar», explicó Garaigordobil quien, además, añadió que «la víctima no solo sufre en el momento, sino que mantiene la angustia latente ante posibles futuros ataques«.

Por su parte, el cyberbullying no es otra cosa, dijo, que “una nueva modalidad de bullying o maltrato que utiliza las Tecnologías de la Información y la Comunicación para reproducir las mismas conductas violentas”. Esto quiere decir que se mantiene la intencionalidad de hacer daño, pero cambian las formas y los canales para llegar e intimidar a la víctima.

Así, por ejemplo, la catedrática comentó que en el acoso cibernético o ciberacoso los agresores envían mensajes intimidatorios a las víctimas, trucan sus fotos y las comparten en redes sociales, roban sus contraseñas, difaman, extienden rumores sobre la víctima, o practican con ellas lo que se conoce como ‘happy slapping’, esto es, les agreden, filman y comparten el resultado por diferentes medios.

Aunque la profesora Garaigordobil sostiene que «es difícil dibujar un perfil de agresor», sí que observa diferencias entre los maltratadores «cara a cara» y los acosadores cibernéticos. Los primeros, dijo, suelen ser jóvenes con perfiles más psicopáticos, conflictivos y con una baja autoestima, mientras que los segundos son jóvenes que en su día a día no presentan conductas agresivas, que se toman este tipo de acciones violentas como un juego o como parte de un rol de ficción.

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Maite Garaigordobil junto al director del grado en Psicología de UNEATLANTICO, Juan Luis Martín

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