Una investigadora de la Universidad Europea del Atlántico (UNEATLANTICO) colabora en un estudio que aborda aspectos subestimados de la dieta mediterránea para una alimentación más saludable.
La popularidad de la dieta mediterránea ha crecido exponencialmente en las últimas décadas, atraída tanto por sus comprobados beneficios para la salud como por su exquisito sabor. Numerosos estudios han explorado los efectos de este tipo de patrón de alimentación en la salud humana, y los resultados han sido consistentemente positivos. Sin embargo, ¿qué características definen verdaderamente la dieta mediterránea?
Esta dieta es conocida por el alto consumo de frutas y verduras frescas, pescado, aceite de oliva y una baja ingesta de carnes rojas y alimentos procesados refinados. Pero, existen otros elementos que forman parte de la tradición dietética y que a menudo no se toman en cuenta. Uno de los aspectos subestimados es el consumo de granos enteros. Pese a que los alimentos derivados del trigo, como el pan, la pasta y el arroz, son considerados la base de la dieta mediterránea, es elemental considerar consumirlos en sus versiones integrales. Ya que los granos enteros ofrecen más fibra, nutrientes y fitoquímicos que contribuyen al bienestar y previenen enfermedades.
Otro factor subestimado es la inclusión de legumbres, frutos secos, semillas, hierbas y especias. Estos alimentos suelen ser asociados con una dieta vegetariana, no obstante, son esenciales en la tradición mediterránea. Las legumbres como los garbanzos, las lentejas y habas, son fuentes ricas en proteínas vegetales, fibra y minerales. Mientras que los frutos secos y semillas poseen grasas saludables, proteínas, fibras y son ideales para controlar los niveles de colesterol en la sangre.
Además, la investigación demostró que los huevos y productos lácteos tienen un papel importante en esta dieta, pues los habitantes de las regiones mediterráneas consumían huevos y productos lácteos de forma regular junto a sus demás alimentos.
Finalmente, también es importante abordar los métodos de cocción de los alimentos. La mayoría de las recetas incluyen cocción a fuego lento, asado y vapor, destacando por su simplicidad y mantenimiento de los sabores y nutrientes originales. Estos métodos evitan el uso excesivo de aceites, frituras y otros procesos que podrían deteriorar la calidad de los alimentos. Así mismo, la dieta mediterránea auténtica involucra la producción local y sostenible de alimentos, utilizando métodos de conservación más naturales como la fermentación. Estos elementos garantizan una menor huella ambiental y una mayor conexión con el territorio.
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