María Luisa Sámano, Directora de Proyectos del Centro de Investigación y Tecnología Industrial de Cantabria (CITICAN) y docente en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Europea del Atlántico nos habla sobre el importante papel que están desempeñando las madres trabajadoras durante el confinamiento.
¿Cómo afecta el confinamiento al trabajo y a la conciliación familiar?
Creo que para una madre es difícil desconectar de forma voluntaria. Pero cuando tienes un trabajo presencial y alguien está cuidando de tus hijos o los has llevado a la guardería, la propia dinámica que adquiere la familia hace que durante esas horas te veas “obligada” a desconectar. Tu atención debe centrarse en otras cosas que atender (en mi caso reuniones, clases, etc.) Pero en casa, ¡el llanto de un bebé es el distractor más poderoso que existe! Es humanamente imposible concentrarse y, sobre todo, tener bloques de tiempo suficientemente grandes como para poder completar tareas, de ahí que haya optado por teletrabajar de madrugada que es cuando encuentro las condiciones necesarias para poder desarrollar mi trabajo de forma efectiva.
¿Cómo podría dificultar el desarrollo profesional de las mujeres esta situación ya que en muchos casos podrían acabar renunciando al trabajo?
Creo que la idea de renunciar al trabajo es una tentación que está atacando a cualquier madre trabajadora en la situación actual. Es muy difícil cumplir con todo a tiempo dada la sobrecarga de trabajo que supone la realización cotidiana de todas las tareas tanto personales, como profesionales. Aunque en casa se repartan las tareas, la realidad es que los hijos, cuando son pequeños (como en mi caso) buscan a su madre para casi todo y un bebé no es algo que puedas dividir a rajatabla al 50%. Tiene sus propias necesidades y temores por la situación extraña que provoca el confinamiento y suele buscar seguridad y apoyo en su madre la mayor parte de las veces. Además, ese “balón de oxígeno” que proporcionan los abuelos y que, en mi opinión, actualmente es la única medida de conciliación efectiva que existe, se ha esfumado.
Como consecuencia pos-pandemia, ¿es posible que muchas pasen a reconsiderar los proyectos de vida y busquen la realización de deseos personales?
Pues no lo sé, creo que eso depende mucho de cada caso y creo que no necesariamente será consecuencia de la fase de confinamiento. En mi opinión, si alguna madre trabajadora reconsidera proyectos de vida o realización personal probablemente lo hubiera hecho también sin esta situación. Incluso en situación pos-pandemia no creo que reconsideren su situación laboral. Si ya has pasado lo peor, ¿para qué dejar el trabajo ahora? En todo caso, creo que estos replanteamientos podrían presentarse en la fase de confinamiento, cuando el agotamiento, el estrés, la ansiedad y el entorno extraño en el que se vive hoy día puede envolverte y llevarte a tomar una determinación que mitigue todas esas dificultades. Desde luego, para una madre trabajadora sería mucho más fácil llevar el confinamiento sin trabajo. Pero, ¿y después…? Yo lo veo como una situación transitoria de muchísimo trabajo y de jornadas larguísimas y agotadoras, pero ante todo temporal. No durará para siempre.
¿Qué estrategias, comunes de la psicología o del coaching, pueden usar las madres para afrontar este momento de manera más positiva?
En mi caso, dado que tengo un bebé de poco más de un año, a pesar del agotamiento físico y mental que supone el tener que orquestar clases y reuniones con meriendas, coladas y pedidos online al supermercado, considero que ha sido una oportunidad única para poder pasar más tiempo con él y para mí, ni la mejor técnica de coaching, ni la mejor metodología psicológica del mundo, podría hacerme sentir tan bien como verle feliz jugando con papá y mamá. Creo que el asumir las cosas de manera positiva está en nosotros mismos. Desde luego que en el coaching y en la psicología tenemos grandes aliados, pero milagros no hacen.
¿Qué tipo de sistema de protección social podría ser lo más adecuado para proteger a las madres que trabajan durante este momento?
La solución ideal sería generar una especie de “excedencias retribuidas” para las madres trabajadoras durante este período. Sin embargo, llevarlo a la práctica sería muy difícil y no solo por el presupuesto que debería asignarse a este concepto. También por el “vacío” que generaría en la productividad del país tantas mujeres haciendo una “pausa laboral” a la vez. Me parece poco viable que la economía del país pueda prescindir de la productividad de tantas personas al mismo tiempo. Así que ya que la solución definitiva resulta poco factible, un buen paliativo para la situación actual es poder tener la opción de teletrabajar. Si bien es cierto que puede presentar algunos inconvenientes y generar un estrés importante en la mujer trabajadora, mucho peor la opción de tener que ir presencialmente a trabajar sin contar con la opción de poder dejar a los hijos en la guardería/colegio o al cuidado de los abuelos.
La otra alternativa sería abrir guarderías y colegios tan pronto como se vuelva al trabajo presencial. Pero ¿qué pasa si resultan ser centros de transmisión y contagio? En niños pequeños es muy difícil controlar la distancia social. Así todo, las madres trabajadoras que necesariamente desarrollen su jornada de forma presencial, deberían poder contar con estos medios aunque ésto les obligue a asumir un potencial riesgo de contagio.
Quizá adoptar metodologías que ya funcionan en otros países para el cuidado de los menores podría ser una opción viable en estos momentos. Esta opción considera a una madre en paro que “homologa” su vivienda como apta para el cuidado de menores y mientras cuida de sus hijos, puede cuidar de otros niños de madres trabajadoras que le pagan por este servicio. La ventaja que tendría este sistema sobre una guardería convencional sería el número muy reducido de niños que pueden estar al cuidado de una persona dentro de una casa, con la consecuente disminución de interacción social y posibilidades de contagio. Pero además, tendría la ventaja de generar un puesto de trabajo para una madre en paro que, precisamente por el hecho de ser madre, a veces encuentra mayores dificultades para acceder a un empleo.