La doctora Soraya Casla ha subrayado la importancia de planificar adecuadamente el ejercicio físico oncológico en la apertura del simposio que, sobre este tema, se ha celebrado en el campus de la Universidad Europea del Atlántico. “Siempre debemos tener en cuenta la evidencia científica, así como los datos contrastados, para poder ayudar al paciente de forma efectiva”.
La doctora Casla pronunció una ponencia titulada “El papel del ejercicio físico en pacientes con cáncer”, a través de la cual ha efectuado un recorrido por las características de esta enfermedad para apuntar los beneficios que puede suponer la realización de ejercicio físico, tanto como prevención, como planificación para combatir los efectos secundarios de los tratamientos.
Tras explicar las diferencias entre enfermedades heredadas y enfermedades genéticas, Casla se refirió a los avances que se están llevando a cabo en el tratamiento de la enfermedad y destacó la importancia de efectuar un diagnóstico precoz. “No se saben exactamente las causas que provocan esta enfermedad. Es multifactorial y muy compleja, aunque sí conocemos algunos factores de riesgo. Entre los no controlables están la edad, la genética, la historia familiar y personal de cáncer e incluso la raza. Entre las que sí podemos controlar destacan el consumo de alcohol y tabaco, la alimentación, el peso o la ausencia de ejercicio físico”.
Haciendo referencia a su trabajo, la doctora Casla cree que el desarrollo de un programa de ejercicio físico oncológico es «un verdadero proceso de reeducación, ya que muchos pacientes nunca han efectuado ejercicio físico antes y pueden tener poco masa muscular”. Esta actividad física está también orientada a combatir los efectos secundarios de los tratamientos, tanto la quimioterapia como la radioterapia así como los de otro tipo. “Debe estar muy bien planificada, exige mucha atención a la intensidad paulatina y es imprescindible llevarla a cabo basándose en evidencias científicas”.
Entre los objetivos que persigue podemos destacar la disminución de grasa, el aumento de la masa muscular, mejorar la sensibilidad en pies y manos, cambiar el microambiente tumoral o combatir el impacto emocional. El trabajo con los pacientes deber ser, además, multidisciplinar, con la colaboración de psicooncólogos, fisioterapeutas, nutricionistas, etc.
Adherencia a programas de ejercicio físico
Posteriormente ha intervenido el psicooncólogo Miguel Santolaya de Suñer, quien se centró en “Cómo mejorar la adherencia a los programas de ejercicio físico en pacientes con cáncer”. Por un lado destacó la importancia de que el personal sanitario desarrolle habilidades como la comunicación, el liderazgo, etc., mientras que los pacientes, por su parte deben potenciar su tolerancia al tratamiento, combatir las creencias erróneas, etc.
El psicooncólogo “no solamente acompaña al paciente y los familiares, sino que también debe trabajar con uno mismo, ya que tiene que lidiar con procesos de duelo o la muerte y además volver al día siguiente con entusiasmo”.
Santolaya de Suñer comentó otras incidencias, tales como el síndrome de Damocles, una vez que el paciente queda libre de la enfermedad, pero pierde la atención que hasta entonces recibía; o la gestión del dolor, que incluso puede medirse mediante registros.
A la hora de conseguir adherencia a los programas de ejercicio físico, el ponente lo resumió con el esquema conoce-programa-aplica. “Es muy importante que conozcamos la enfermedad, pero también la personalidad del paciente. Además el programa debe ser siempre progresivo e individualizado y funciona muy bien la generación de compromiso”.
El simposio concluyó con una mesa redonda en la que intervinieron Soraya Casla (Preparadora física, AECC), Miguel Santolaya de Suñer (Psicólogo, CPAd-UAM), Paulino González (Trabajador Social, AECC), María José Sánchez (Médico Rehabilitador del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla y Cantabria en Rosa-Dragon Boat), Mariana Morales (Fisioterapeuta) y Manuel Ibáñez (Paciente).