El campus de la Universidad Europea del Atlántico ha sido el escenario de una serie de simulacros de emergencia, que fueron atendidos por equipos formados por estudiantes de cuarto curso del grado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.
El objetivo de esta actividad era aplicar el conocimiento adquirido en la asignatura Socorrismo acuático y Primeros auxilios. Los alumnos fueron orientados por el profesor Javier Costas y el doctor Marcos Mecías.
Costas destaca que la asignatura “se enfoca en las salidas profesionales y en la evaluación de los riesgos que presenta la práctica de la actividad física y el deporte. Cualquiera de ellos puede ocurrir tanto en clubes deportivos, como en centros educativos, así como en otras actividades de este tipo”.
“Mediante la práctica de estos simulacros -subraya Costas– pretendemos evaluar situaciones de riesgo que pueden tener lugar en la vida cotidiana. Además, los alumnos deben saber cómo prevenir dichos riesgos y adquirir competencias para saber planificar, reaccionar y actuar”.
El primero de los simulacros tuvo lugar en el polideportivo, donde se representaba un traumatismo, posiblemente una lesión medular, al practicar baloncesto. La simulación mostraba cómo uno de los jóvenes que jugaba dio un paso desequilibrado y cayó de cabeza de manera abrupta. La importancia de este caso se enfocaba en que los estudiantes supieran cómo movilizar a la víctima y valorar el estado en el que se encontraba.
El segundo caso era de un atragantamiento en la cafetería de la universidad. Se trata de una situación muy común, en la que se debe reaccionar instantáneamente, debido a que, según señala Costas, “se produce una obstrucción severa de la entrada y salida de aire, la cual deriva en un estado de inconsciencia que puede agravarse rápidamente”.
El siguiente suceso consistió en un ataque epiléptico sufrido por una chica dentro de un aula. La preocupación del profesor Javier Costas es que muchas veces, en este tipo de casos, las personas actúan erróneamente, colocando algún utensilio en la boca de la persona, pero esto puede causar aún más daño.
Por último, se simuló un caso en el estacionamiento de la universidad, dónde se encontraba un chico casi inconsciente por intoxicación etílica. Costas comenta que “lo más importante es que se valore el estado de gravedad del intoxicado, porque algunas veces las personas no saben que no deben dejar al perjudicado solo, ya que puede ocurrir que vomite y, en tal caso, hay que mantenerlo de costado para que no se ahogue con su vómito”.
Todos los simulacros se llevaron a cabo de la manera más real posible gracias a la colaboración de los actores del grupo de teatro de UNEATLANTICO, La Caja de Pandora. El profesor Costas reconoce que, “gracias a ellos, se pudo crear un ambiente más realista porque al tratarse de estudiantes no conocidos por quienes realizaban el simulacro, las situaciones resultaron verosímiles”.