La Universidad Europea del Atlántico está desarrollando un proyecto de investigación sobre alimentos funcionales de segunda generación en colaboración con los Laboratorios Pepanpi y con la ayuda de Sodercan y el Gobierno de Cantabria a través del programa I+C=+C y FEDER.
El proyecto está liderado por el director académico del grado en Nutrición Humana y Dietética de la Universidad Europea del Atlántico, el doctor Iñaki Elío y el profesor del mismo grado y gerente de los Laboratorios Pepanpi, José Luis Gutiérrez.
El profesor Gutiérrez, que imparte la asignatura Análisis Sensorial ha explicado que “a través de los alimentos funcionales de segunda generación se obtienen productos de mayor valor, mejorando cuatro aspectos: el nutricional, el sanitario, el sensorial y el comercial”.
El proyecto comenzó en 2013 tratando un pan producido en Torrelavega (Cantabria) al que se le han mejorado los cuatro aspectos mencionados a través de diez items y, por lo tanto, ya se considera de segunda generación. Este pan se ha producido en la panadería La Asunción de Torrelavega y en el desarrollo del producto UNEATLANTICO y los Laboratorios Pepanpi han contado con la colaboración del nutricionista asturiano Ramón de Cangas y el panadero Guillermo Pando.
“Además de la producción del pan -indica el profesor Gutiérrez- se ha diseñado una bolsa y se la incrementado el precio unos céntimos para poder seguir investigando. El producto se va a comercializar, por el momento, en Cantabria y Asturias, pero ya cuenta con el interés de algunos grupos nacionales e incluso internacionales, ya que ha llamado mucho la atención en México y Etiopía”.
Para ser considerado un alimento funcional, al producto inicial se le deben añadir diferentes nutrientes, pero para llegar a alimento funcional de segunda generación, debe cumplir, además, cuatro requisitos. En primer lugar debe mejorar la calidad nutricional de manera directa o indirecta, en siete aspectos relacionados con la salud. Además, debe balancearse con las otras características. En tercer lugar el producto se valora y cuantifica mediante una metodología científica, en este caso el método Pepanpi; y finalmente debe estar sometido a investigación y mejora que garantice sus propiedades mediante el control analítico.
