El Grupo de Investigación sobre Alimentos, Bioquímica Nutricional y Salud de la Universidad Europea del Atlántico ha publicado un artículo científico en la revista International Journal of Environmental Reasearch and Public Health titulado “Cambios en el Estilo de Vida de la Población Universitaria Española durante el Confinamiento por el COVID-19”.
El trabajo, que está firmado por los doctores Sandra Sumalla, Tamara Forbes, Silvia Aparicio, Jorge Crespo, María Eléxpuru, Mónica Gracia, Francesca Giampieri e Iñaki Elío tenía como objetivo evaluar la influencia del confinamiento por el COVID-19 sobre la conducta alimentaria y la actividad física en la población universitaria. Se analizó si la cuarentena había influido o modificado los hábitos alimentarios (concretamente la adherencia a la dieta mediterránea) y a la alimentación emocional, así como a la práctica de la actividad física.
Para ello se realizó un estudio transversal donde los datos fueron recogidos mediante un cuestionario online anónimo. Los participantes completaron una encuesta consistente en tres apartados: datos sociodemográficos; comportamiento dietético y actividad física; la dieta mediterránea cuestionario (MEDAS-14) y el Cuestionario del Comedor Emocional (EEQ). Un total de 168 participantes completaron la encuesta: el 66,7% eran mujeres, el 79,2% eran de España, el 76,8% eran estudiantes, el 76,2% vivían en su domicilio familiar y el 66,1% tenían normopeso.
Entre las conclusiones de la investigación podemos destacar que, bajo el confinamiento por el COVID-19, los estudiantes aumentaron la ingesta de frutas y verduras, disminuyeron más el consumo de bollería y snacks e incrementaron la actividad física en comparación con el personal de la Universidad (PAS y PDI), mientras que estos aumentaron la ingesta de bebidas de bajo contenido alcohólico (vino y cerveza).
Además, la población Uneatlantico en general limitó el consumo de bollería y snacks, bebidas azucaradas y bebidas alcohólicas, mantuvo una adherencia Media/Alta a la Dieta Mediterránea y practicó ejercicio con regularidad. Esto resultó en una reducción o mantenimiento del peso, especialmente en los sujetos más jóvenes de la comunidad. Por otro lado, en una situación excepcional como una pandemia es difícil establecer una relación bidireccional entre los alimentos y el estado de ánimo, pero en cualquier caso, se pudo apreciar que las mujeres eran más propensas al consumo emocional de alimentos que los hombres, ingiriéndolos más a menudo por razones distintas al hambre y aumentando la ingesta de alimentos más sabrosos.
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